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lunes, 26 de noviembre de 2012

Intento de cuento corto.

¡Saludos! en esta ocasión me permito poner la introducción de un cuento corto, es un ejercicio dispuesto a pasar por sus críticas, como la mayoría sabe gusto de la literatura y en este pequeño apartado es una muestra del respeto hacia la literatura de terror cuyos autores como H.P Lovercraft, Edgar Allan Poe,Shirley Jackson y claro no podía faltar Stephen King.

Bueno sin más que decir acá está el invento:

Cuento sin título.

Fue un martes, lo recuerdo, lo había vigilado unas tres semanas, llevaba su camisa con corbata y su identificación de esclavo de una transnacional y su portafolio, apresurado al parqueo para subir a su vehículo color rojo, (más no sabía que después le iba a dar un retoque con su sangre).

Iba preocupado hablando con alguien en el  teléfono celular, y para mi fortuna no había captado mi presencia, estaba detrás de un pilar
¡Oh que ansioso estaba, era una sensación placentera!, como cuando tu madre descubre que haz arrebatado la ultima galleta de la cocina cuando niño.

Me acerqué sigilosamente detrás de él, el sonido de la alarma me asusto, pero ¡ya estaba ahí! ¡no podía echarme para atrás! ¡No después de todo lo que había hecho! dijo “Adiós amor llegaré en unos momentos” y se dio la vuelta, y me encontró. Su cara era una mezcla de emociones, entre sorpresa y miedo, me dijo “Que haces con ese bate” no terminó de decir “bate” cuando le asesté el primer golpe en la oreja izquierda, ¡oh si lo recuerdo!, el sonido de su oreja impactando la madera, creo que ese sonido formaba parte de una escala menor, bien lo recuerdo.

Del impacto rompió la ventana de su auto y queriendo recobrar la conciencia no pudo oponer resistencia, cuando el segundo golpe llegó a su encuentro, esta vez a su cara, la sangre empezaba a recorrer todo su rostro volviendo su visión roja.

¡Que recuerdos! El sonido de su cráneo quebrándose en mi bate autografiado por los medias Rojas definitivamente es algo por recordar, como una sinfonía de Haydn o un cigarro después de tener sexo.
Sus ojos color café claros se confundieron con el asfalto en un mar de vino tinto, ese martes en ese parqueo.

El piso del estacionamiento empezó a llenarse con su sucia sangre, lo lamento por los que limpiaran el desorden y por el conserje, no había pensado en la basura de cadáver que dejaría.
Escuche los ladridos de unos perros y el sonido de sirenas, pero no me importaba, tenia que asegurarme que ese bastardo estuviera muerto y de paso que no supiera qué o quién lo mato, esa duda lo acompañará a donde vaya, porque el infierno es un lugar muy condescendiente para lacras como él y no creo en el cielo le otorgue un lugar.

Su teléfono seguía sonando, con la esperanza de volver a encontrar su voz, esperanza tan absurda como cuando un burro camina porque tiene unas zanahorias enfrente sabiendo que jamás las alcanzará.
Terminé, su cuerpo todavía tenía movimientos involuntarios, tal parece que ese miserable quería un ultimo baile, aunque su cráneo estuviera repartido en el piso.

Huí del lugar, todavía tenía sangre en mi máscara y fui a deshacerme del bate y a tomar un baño, tenía impregnado su olor la antesala de la naúsea, y mi mente no borra su cara de sorpresa al no saber que estaba pasando realmente en aquel lugar, en ese momento.
Sentí que todo pasó muy rápido, tal vez debí secuestrarlo y torturarlo, pero el tiempo corrió como gacela que huye de su depredador, creo que fui víctima de la adrenalina del momento.

Puse algo de Rachmaninov y en la ducha escuchaba su celular sonar… y decidí que tenía que apagarlo completamente…

Continuará...

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